Esta semana ha venido a visitarnos al colegio Juliette Heppell para realizar un proyecto de rediseño de espacios de aprendizaje. A primera hora de la mañana nos reunimos con seis niños de Educación Primaria que serán el cerebro de la operación y la parte más creativa.
Lo primero que Juliette nos contó fue cómo decidieron rediseñar uno de los espacios de su colegio. Resulta que el colegio en el que da clases Juliette está justo al lado del Aeropuerto de Heathrow (Londres). El ruído se hacía insoportable ya no solo para lo profesores que intentaban dar clase sino también para la concentración de los alumnos. Así que un día decidieron que tenían que cambiar algo para que los alumnos fueran capaces de concentrarse mejor y de paso estar más motivados. ¿Cómo? Eligieron uno de los espacios de su colegio y a un grupo de nueve alumnos de 15 y 16 años y les preguntaron cómo les gustaría que fueran sus clases, les pidieron que imaginaran sin límites como sería un aula donde se sintieran cómodos para aprender y trabajar, y ellos sin dudarlo se pusieron manos a la obra.
Este mismo modus operandi fue el que utilizamos con nuestros alumnos. Juliette les pidió que escribieran en post its amarillos las cosas que más les gustaban del colegio, más tarde que escribieran en post its naranjas cómo les gustaría que fuera el colegio, qué cosas creían que debería tener y cómo creían que debía funcionar; los niños escribieron un montón de cosas, algunas muy locas pero la mayoría resultaron ser grandes ideas y muy lógicas. Cuando ya teníamos todos los post its naranjas pegados en la pared, tuvieron que coger cada uno un taco de post its rosas y escribir por qué eso que les gustaría que estuviera en el colegio mejoraría su aprendizaje. Esto fue un gran esfuerzo por parte de ellos pero nos sorprendieron con un gran pensamiento crítico con sus propias ideas. Una vez descartadas algunas ideas como tener una cacada en medio del pabellón con una fuente de los deseos por su escaso peso didáctico, cada alumno tuvo que elegir las tres ideas que le parecieron mejores y explicárnoslas, después les dejamos que rescataran una última idea cada uno y que expusieran por qué habían elegido esas ideas frente a las otras.
Este mismo modus operandi fue el que utilizamos con nuestros alumnos. Juliette les pidió que escribieran en post its amarillos las cosas que más les gustaban del colegio, más tarde que escribieran en post its naranjas cómo les gustaría que fuera el colegio, qué cosas creían que debería tener y cómo creían que debía funcionar; los niños escribieron un montón de cosas, algunas muy locas pero la mayoría resultaron ser grandes ideas y muy lógicas. Cuando ya teníamos todos los post its naranjas pegados en la pared, tuvieron que coger cada uno un taco de post its rosas y escribir por qué eso que les gustaría que estuviera en el colegio mejoraría su aprendizaje. Esto fue un gran esfuerzo por parte de ellos pero nos sorprendieron con un gran pensamiento crítico con sus propias ideas. Una vez descartadas algunas ideas como tener una cacada en medio del pabellón con una fuente de los deseos por su escaso peso didáctico, cada alumno tuvo que elegir las tres ideas que le parecieron mejores y explicárnoslas, después les dejamos que rescataran una última idea cada uno y que expusieran por qué habían elegido esas ideas frente a las otras.
La verdad es que salieron un montón de ideas interesantes sobre qué creen ellos que sería motivador tener en una clase y qué elementos les podrían ayudar para concentrarse.
Hablamos sobre teconología, colores, luz... y sobre una idea que me pareció especialmente interesante. Dividir la clase en diferentes espacios para cada tipo de aprendizaje. Un escalón donde hacer exposiciones, unos sillones más cómodos para investigación y lectura, mesas modulares que se adapten a la altura y al tipo de trabajo que se relaiza en cada momento y a cuantos lo realizan y un largo etcetera que iremos viendo en qué acaba.
Ahora toca el trabajo duro, empezar a poner los pies sobre el suelo y ver qué cosas son relamente importantes a nivel didáctico, cómo ajustar el presupuesto y sobre todo entender este concepto nuevo de clase no solo como un espacio sino también como un lugar donde se aprende de manera diferente. Yo ya tengo varias ideas que compartir con los chicos.
Esta es una foto que nos enseño Juliette de una biblioteca en Tailandia en la que realizaron el mismo proyecto.
Hablamos sobre teconología, colores, luz... y sobre una idea que me pareció especialmente interesante. Dividir la clase en diferentes espacios para cada tipo de aprendizaje. Un escalón donde hacer exposiciones, unos sillones más cómodos para investigación y lectura, mesas modulares que se adapten a la altura y al tipo de trabajo que se relaiza en cada momento y a cuantos lo realizan y un largo etcetera que iremos viendo en qué acaba.
Ahora toca el trabajo duro, empezar a poner los pies sobre el suelo y ver qué cosas son relamente importantes a nivel didáctico, cómo ajustar el presupuesto y sobre todo entender este concepto nuevo de clase no solo como un espacio sino también como un lugar donde se aprende de manera diferente. Yo ya tengo varias ideas que compartir con los chicos.
Esta es una foto que nos enseño Juliette de una biblioteca en Tailandia en la que realizaron el mismo proyecto.
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